lunes, 26 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 61 Y 62 FINAL

JEREMY Y YOLANDA 61

María e Israel se despidieron a eso de las cinco de la tarde. Se marchaban para dejar a solas a los enamorados. Tenían tantas cosas que decirse...


La abuela los despidió sonriente. 
-Aquí tenéis vuestra casa, cuando os apetezca ya sabéis.

Al acercarse para besarla un olor muy fresco inundó sus olfatos. 

Besaron a Yolanda también, la carita de ella se entristeció. Pero solo fue unos segundos. Después sus ojos se iluminaron mirando a su enamorado. El amor de su vida y por el que tanto había llorado en los últimos tiempos.

La parejita de amigos se marchó.

La abuela muy discretamente también, dejándolos solos. Tenía que fregar los platos. 

Cerró la puerta de la cocina. Quería dejarlos con libertad, para besarse y para llorar si fuera necesario. 

Sus manos se enlazaron, acercaron sus cuerpos sin atreverse a romper aquel  mágico instante.

Fue Jeremy quien lo deshizo. 
-Mi amor, cuanto he deseado besarte, apretarte, adorarte.

-Jeremy te quiero. 
-Lo dijo con un hilo de voz, semejante a aquel otro de su infancia.

Se besaron, recreándose y saboreando sus labios. Parecían dos hambrientos de amor.

-Nos casaremos, Yolanda. Tendremos al bebé que va a llegar, de nuestro amor y de nuestra pasión.

Ella sonrió pero unas lágrimas se le escaparon sin querer.

-Mi pequeña, mi amor. Te quiero más de lo qué sabría explicarte.
La besó y compartieron aquellas lágrimas, al dejar el rostro de Jeremy humedecido por ellas.
Autora Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 62 FINAL

-Yolanda demos un paseo. Tenemos que hablar.

-Está bien, Jeremy.
Yolanda fue hacia la cocina, su puerta permanecía cerrada. Escuchó como trajinaba en ella su abuela. 

-Abuela ¿Puedo entrar?

-Claro que puedes, Yoli. Pasa. La abuela la miró a los ojos y aquellos brillaban de forma espectacular.

-Vamos a salir a dar un paseo. ¿Necesitas algo?

-Nada, no necesito nada. Hace una tarde preciosa.

-Te quiero abuela. 
La besó en la mejilla apenas arrugada. La anciana se sintió querida y pensó lo agradecida que le estaba a la vida. Tenía una nieta preciosa que le traería a su primer biznieto.
Aquello era todo un acontecimiento que  no todos lo vivían.

Salieron a la calle cogidos de la mano.

-Jeremy ¿tus padres me aceptaran? ¿Aceptarán a nuestro hijo? 

-No te preocupes por ellos, seguro lo harán, es más no tengo ninguna duda. Serás para ellos una hija más.

-¿Estás seguro?

-Lo estoy.

Sus manos se apretaron más fuerte. Les quedaba toda una vida por descubrir y disfrutar.
FIN
Autora Verónica O.M.

Deseo os haya gustado. 


Y muchas gracias a quienes la habéis seguido.

ADOLESCENCIA 59 Y 60

JEREMY Y YOLANDA 59

La abuela escuchó abrir la puerta. Oyó las voces de los amigos de su nieta. Le llamó la atención escuchar dos voces masculinas. Yolanda la avisó de que vendrían una parejita, pero no más.
Se secó las manos en el delantal y salió al encuentro.
Y sí, habían dos chicos, y una chica muy bonita de la edad de su nieta, más o menos...

-Os voy a presentar a mi querida abuela.

Los miró con sus ojillos sabios. No se le escapó que su nieta estaba mucho más contenta de lo habitual.
¿Sería Jeremy alguno de aquellos mozos? No iba nada desencaminada. La sabiduría de los años...

-Abuela, esta es María, de la que tanto te he hablado.

María adelantó unos pasos y besó a la mujer. Olía a fresco. Había escuchado que los viejos huelen a rancio. Pero aquella señora rompía esas reglas.
La besó en ambas mejillas. Y la mujer sonrió.

Les llegó el turno a ellos. Primero presentó  a Israel. Quería serenarse antes de presentarle a...
-Este es Israel, un buen amigo y novio de María.

-¿Como estás, chico? -Preguntó la mujer.

-Muy bien, señora. ¿Y usted?

-Divinamente, muchas gracias.

Ahora si, le llegó su turno. 
-Es Jeremy, abuela.

-Qué bien que viniste. Estoy muy contenta por ambos. Sentaos.
Todos se dirigieron al sofá, era antiguo pero brillaba de puro limpio.

El ambiente olía a comida recién preparada. Si de algo se vanagloriaba la anciana, era de saber cocinar entre otras muchas cosas.
Autora Verónica O.M.
Continuará 

JEREMY Y YOLANDA 60

El aperitivo se componía de  patatas fritas, olivas rellenas de anchoa, ganchitos, mejillones, tacos de jamón, espárragos con mayonesa y rebanadas de pan de pueblo, untado con tomate maduro y aderezado con un exquisito aceite de oliva virgen y una pizquita de sal. Y para beber un vermut riquísimo y bajo en alcohol.
Y la comida, una gran tortilla de patatas y dos pollos rustidos que sabían a gloria y para beber puso en la mesa diversas bebidas. 
-¿Queréis más? -Preguntó la mujer muy solícita.

Todos dijeron que no con la cabeza. Comieron con gran apetito. Después la ayudaron a recoger la mesa y depositaron los cacharros en la gran fregadera. La mujer los cubrió con agua.

-Abuela, nosotros fregamos.

-Ni hablar. Lo haré más tarde. Ahora vamos a dialogar.

La miraron no entendiendo demasiado bien, pero...

Volvieron a la mesa y la abuela tomó la palabra.
-Bien. Creo, no es muy habitual, que una abuela en estos casos lleve la voz cantante. Eso es tarea de los padres, pero se me ha dado ese permiso. Ya veo que las dos parejitas sois amigos y es como si estuviéramos en familia.

Los cuatro se miraron entre sí y después a la abuela, que en aquellos momentos parecía una persona muy importante. Lo era, pero todos me entienden por dónde voy.

-Os queréis, sólo basta con miraros.

Su nieta se ruborizó y Jeremy se sobresaltó un poco. Para nada esperaban que fuera tan directa.

-Si, abuela. Lo quiero desde niña.

-La quiero más que a mi propia vida. 
Lo dijo en tono alto y claro, pero temblándole un poco la voz.

María e Israel sonreían. Estaban muy contentos de que sus amigos estuvieran ya juntos y que los malentendidos se hubiesen aclarado.

-¿Sabes que mi nieta va a ser madre?

-Lo se.

-Sois muy jóvenes. Quizá más adelante cambiéis de forma de pensar.

Jeremy saltó como un resorte. 
-Jamás dejaré de quererla. Nuestro amor es sólido. Hace muchos años que lo sentimos.

-¿Qué dices, Yolanda?

-Nos queremos desde siempre y jamás será de otra forma.

-Tenéis mi bendición y la de tus padres. 
Lo dijo mirando a su nieta. 
-¿Y tus padres, que piensan de todo esto?

-No saben nada. Pero hoy hablaré con ellos.

-En mi cuenta del banco tengo algunos ahorros. Una vieja no gasta demasiado, así que los pondré a vuestra disposición para que tengáis un buen comienzo.

A Yolanda se le saltaron las lágrimas. Se levantó de la mesa y pasó por detrás de la silla en la que la mujer estaba sentada. La rodeó con sus brazos y a continuación la besó en el pelo.

Los demás se sintieron emocionados al presenciar una escena tan tierna.
Autora Verónica O.M.
Continuará

Solo queda una entrega.
Deseo os guste y me comentéis que os pareció,  mil gracias 🌷🌷🌷

sábado, 24 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 57 Y 58

JEREMY Y YOLANDA 57

Desde su escondrijo Jeremy no se perdía detalle.
Había pactado con sus amigos (mutuos) entretenerla en la puerta el máximo tiempo posible.

-Entremos... Mi abuela espera dentro.


El cruce de miradas entre ellos le pasó inadvertido.


Fue María quien tomó las riendas de aquella situación un tanto extraña. Todo para que sus queridos amigos estuviesen de nuevo juntos. Se amaban y aquel malentendido entre ambos les estaba causando un sufrimiento innecesario.

-Si no te importa, desearíamos antes hablar contigo. Después entraremos encantados.

Yolanda asomó la cabeza por la puerta de la casa. 

-Abuela, vamos a dar una vuelta. Luego entramos.

-Está bien, Yoli.


Con un suave portazo cerró la puerta.


La abuela los observó durante un rato desde una de las ventanas. 

-¡Estos jóvenes! 
Sonrió acordándose de cuando ella también lo fue. 
-El tiempo pasa tan rápido. 
una lágrima cayó por su mejilla yendo a parar a la comisura de sus labios.
Autora Verónica O.M.
Continuará 

JEREMY Y YOLANDA 58

María muy sutilmente llevaba a su amiga hacia dónde estaba Jeremy, él permanecía escondido detrás de una furgoneta que había aparcada a pocos metros.
Yolanda se topó de lleno con sus ojos, que la miraban con una mezcla de amor y desesperación.

-¿Qué hace aquí? -preguntó a sus amigos pareciendo enfadada. Interiormente sintió un vuelco en su lastimado corazón.


Dejándose llevar por un impulso, Jeremy se arrodilló a sus pies.

-Te quiero, Yolanda. Tanto que voy a morir de amor.

-¡Ya será menos! 

Dijo ella con un nudo en la garganta. Y acordándose de todo lo que había y estaba sufriendo.

Sus amigos se miraron. Sabían lo que debían hacer en aquellos momentos. Se alejaron de allí  y a una distancia prudencial los observaban por si necesitaban de ellos. No querían molestarles, y si, que arreglasen aquel malentendido que les estaba haciendo tanto daño.


Yolanda se puso a llorar muy nerviosa.

-Me has hecho mucho daño y más sabiendo cuánto te quería.

-¿Querías? ¿ya no me quieres?


-¿Como me puedes preguntar eso? ¿Acaso no te he demostrado lo que siempre he sentido por ti?


-Mi querida, Yolanda. Te amo tanto, que no se vivir sin ti.


-¿Y la otra? ¿Ya no estás con ella?


-Nunca lo he estado mi amor. Déjame que te explique. No quiero vivir ni un solo momento sin ti.


-¡Explícate! 

Lo dijo en un tono alto y a punto de perder los nervios otra vez.

-Era una invitada de mis padres, ella y su padre. Me acosaba constantemente, nunca quise ni tuve nada que ver con ella. ¿Me crees?


A Yolanda, unos enormes lagrimones le resbalaron por el rostro y apartó con las palmas de las manos.


Jeremy la abarcó con sus brazos. Ella depositó su cara en su hombro humedeciéndole un poco la camisa.


Los amigos sonrieron. Habían hecho todo lo posible para que ellos dos estuviesen juntos. 


-¡Bien! -Dijo Israel.

-Toma ya! 

Ahora fue María sonriendo.

Los tortolitos se estaban dando un beso de película y sin importarles si alguien los veía.


Cuando se calmasen entrarían en la casa. 


La abuela preparaba tranquilamente la comida.

Autora Verónica O.M.
Continuará
finalizará en el capítulo 62
Buen fin de semana 🌹🌹🌹

viernes, 23 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 55 Y 56


Preciosa imagen de internet
cuento escrito por mi (novela)


JEREMY Y YOLANDA 55

Escuchó a su abuela trajinar en la cocina. Se levantó de la cama y encima de su pijama veraniego se puso una bata de manga corta y de un tono violeta claro.


-Buenos días abuela. Deja que te ayude.

-No es necesario, Yoli. Siéntate que te sirva el desayuno.

-Te quiero mucho, abuela. La abrazó rodeándola con sus brazos.

La mujer estaba que no cogía en su piel al tener a su lado a su querida nieta, tan bonita y cariñosa. Era más de lo que pudo soñar. 
-Tunanta, yo también te quiero y no sabes cuánto...

Desayunaron, un café con leche y unas magdalenas caseras que la abuela había preparado el día anterior.

-Pediré hora para que te visite la comadrona del pueblo. Ya va siendo hora de que lleves un control.

Los ojos de Yolanda se entristecieron, pero sólo por unos pocos segundos. Pensó, que su abuela no tenía ninguna culpa de lo que a ella le sucedía. Era culpa del amor. Aquel que sentía por su amigo de la infancia, su adorado Jeremy, por el que lloraba todas las noches.

La semana paso rápidamente. Se ilusionó pensando que María vendría a visitarla. Quizás su novio Israel viniese también.
Autora Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 56

Llegó el ansiado domingo y Yolanda se levantó temprano. Con los nervios de volver a ver a María, apenas pudo dormir. Su amiga la llamó el día anterior confirmando de que vendría también Israel.
Interiormente se alegró por ellos. Pero también se entristeció por ella misma. Era tan desgraciada sin el amor de su chico. Con el que había pensado algún día formar una feliz familia.

Se duchó  y vistió muy mona. Su tejano favorito con un top de colores muy vistosos y que a su rostro daban vivacidad.
El maquillaje apenas perceptible (nude) y estaba guapísima. 
El mes siguiente cumpliría los diecisiete.

Después fue en busca de su abuela y la encontró preparando un suculento desayuno para las dos.

Desayunaron y hablaron de cosas no demasiado importantes, pero que llenaron el tiempo de forma agradable.

Sobre las once de la mañana sonó el timbre de la puerta.

-Abuela, abro yo.

Y al abrirla se encontró a María e Israel con sus amplias sonrisas. Se abrazaron los tres a la vez, muy contentos de estar nuevamente juntos.

Mientras tanto alguien observaba no lejos de allí. Su corazón golpeaba fuertemente su pecho. 
Autora Verónica O.M.
Continuará 

jueves, 22 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 53 Y 54

No hizo falta decir absolutamente nada. La abuela ya estaba enterada de lo que debía saber.

La velada la pasaron en armonía. 


Los padres se marcharon  sobre las ocho de la tarde. No sin antes abrazar y aconsejar a su hija de lo que tenía o no que hacer dado su estado.

Yolanda quedaba al cuidado de la abuela. Ella no permitiría que nada le sucediese.

A mitad de semana...

Jeremy llamó por teléfono a María. Estaba preocupado por Yolanda. Hacía días no tenía noticias de ella.

María no sabía si informarle o no. Su amiga la mataría (es una forma de hablar) si ella era imprudente.


-María. Tú debes saber dónde está.


-No lo sé, Jeremy.


-Lo sabes. No intentes engañarme. A mi no... Por favor, María. Estoy desesperado.


-Lo siento, Jeremy. No puedo decirte nada. Me lo hizo prometer. 

A María no le pasó desapercibida su emoción. Al parecer lloraba.
A ella le sabía muy mal. Pero nada podía hacer para consolarlo.

-Iré a su casa. Sus padres me lo tendrán que decir. Así no puedo seguir.


-No lo hagas, Jeremy. No serás bien recibido.


-¿Porqué, María? Nunca les hice ningún mal.


-Está embarazada. Nunca me perdonará por decírtelo.


Antes de asimilar aquella noticia inesperada...

Quiero verla. Necesito verla. Dime o llévame junto a ella.

-El domingo, Israel y yo iremos a visitarla. Intentaré hablarle de ti.


Y así quedaron. Pero una idea le estaba bailando en su cabezita.

Autora Verónica O.M.
Continuará


JEREMY Y YOLANDA 54


A pesar de estar triste a Yolanda le vino muy bien aquel cambio. Su abuela la agasajaba continuamente y no la dejaba pensar demasiado. Contaba cosas maravillosas de cuando era joven. Podía estarse horas escuchándola sin aburrirse. 

La mujer estaba encantada con su compañía. Pero temía que su estancia allí no fuera  por largo tiempo.
Algo la avisaba. ¿O sería por la preocupación de que su pequeña marchase?

Yolanda permanecía en la cama. Era muy temprano y no quiso levantarse para no despertar a su abuela. Sabía que tenía el sueño muy ligero.
Miró hacia el techo. Todo su alrededor estaba enmarcado por una antigua y bellísima cornisa pintada de blanco.
Pensó que aquella era la causa de que la habitación pareciese tan bonita. También por los rayos del sol que se filtraban por las rendijas de la persiana.

Su pensamiento de repente tomó otro derrotero.

-Jeremy, mi amor, ya no me quieres y eso me hace muy desgraciada. 

Y en otro lugar y habitación. El chico por ella suspiraba.
Pensó muchas veces en lo que le había contado María. ¿Yolanda embarazada? ¿Iba él a ser padre? ¿Porqué ella no se lo dijo? ¿Porqué se marchó? ?A dónde se fue? ¿Sus padres que pensarían de él? ¿De ella? 
Autora Verónica O.M.
Continuará

miércoles, 21 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 51 Y 52


Preciosa imagen de internet
cuento escrito 

          por mi (novela           

JEREMY Y YOLANDA 51

Desayunaron con cierta normalidad.
Después la madre recogió la mesa. Yolanda iba a levantarse para ayudar a su madre pero su padre la detuvo.

-Quédate, Yoli. Tu madre se sobra y basta para hacerlo sola, cuando termine hablaremos civilizadamente.

Yolanda se dejó llevar por un impulso y se levantó. Se situó por detrás de su padre y con sus brazos abarcó su cuerpo, abrazándole.

-Te quiero, papi. Siento lo que está sucediendo y si pudiese dar marcha atrás lo haría.

-Lo se, hija.


La madre ya había depositado todo en el fregadero. Más tarde fregaría.

Madre e hija cruzaron sus miradas unos segundos. Los suficientes para que Yolanda sintiese su apoyo incondicional de siempre.

El padre tomó la palabra.

-Veamos, Yolanda. ¿Qué piensas hacer?

-Ir a casa de la abuela y allí tener al bebé. Quiero irme lo más rápidamente posible.

-¿Estás segura?


-Lo estoy.


-Pues no se hable más. A la tarde te llevaremos.


Su mujer lo miró sin decir palabra, sabía que su enfado con la madre de su marido tenía ya las horas contadas.

Autora Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 52

Antes de hacer el equipaje...
Yolanda llamó a su amiga María para despedirse de ella.
Quedaron en verse en breve. Su amiga la visitaría en casa de su abuela en cuanto ella se instalase allí. Y lo haría en día festivo. Seguramente acompañada por su novio Israel.
Al rato ya lo tenía todo dispuesto.
La familia al completo marcharon a casa de la abuela. En cierta forma todos estaban algo nerviosos.
Casi todo el viaje lo hicieron en silencio.

Al aparcar el vehículo, una mujer mayor los observó desde una de las ventanas.

Salió al encuentro de ellos, cuando todavía su nuera permanecía dentro del coche. Al momento salió pero no de buena gana.

Yolanda se echó en brazos de su abuela, dándole muchos besos y achuchones. La mujer correspondió a aquella muestra de cariño, besándola en el pelo.


Madre e hijo se besaron también. Eva permanecía algo retirada de dónde ellos estaban.


Su suegra fue la que se acercó a ella.

-Me alegro de verte, hija. Siento...

-No digas nada, Pilar. Las dos lo sentimos. ¿Amigas de nuevo?


-Claro que si, hija. Cuanto he deseado que llegase este momento.


Se abrazaron, dando carpetazo a aquel tema que tanto las había mortificado.

Entraron todos para la casa. La mujer la tenía limpia y ordenada. Y un fino olor al ambientador de limón.


Ya se había solucionado aquel distanciamiento. Todo por una frase de Pilar dicha sin maldad y que Eva se la tomó a la tremenda.


Esto ocurrió la última vez que se vieron...

-Mi hijo ha tenido algunas novias. La que a mi me gustaba para él fue la primera. Una chica bien.


Eva enrojeció del bochorno y dijo que se marchaba. Al parecer su suegra no estaba contenta con la decisión del hijo.

Pero se equivocaba...
Si hubiese dejado acabar aquella frase, la mujer la habría concluido de esta forma.
-Me alegro de tenerte como nuera. Hija, tú eres la mejor de todas.
Autora Verónica O.M.
Continuará

martes, 20 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 49 Y 50

JEREMY Y YOLANDA 49

Yolanda esperaba a que fuese un poco más tarde para llamar a María. Tenía que decirle algunas cosas. Pero mientras pasaba un tiempo prudencial permanecía estirada encima de su cama.
Escuchó hablar a sus padres, ya se habían levantado. Ella no tenía intención de bajar a desayunar.
Escuchó unos pasos. Aquellos  se pararon en su puerta.

-¿Yolanda, puedo entrar? -Era su madre. 

Se lo pensó antes de contestar. No le quedaría más remedio que dejarla pasar.
-Pasa, estoy todavía en la cama.


La mujer entró bastante preocupada, pero intentó que no se le notase demasiado. -¿Estás bien, hija?

Ella no contestó. Pero la miró a los ojos.

La madre no quería agobiarla, así que no volvió a repetir aquella pregunta. -Anda, hija, baja a desayunar. Tu padre nos espera.

-¿Me recriminará?

-No lo hará, ya verás.

-Vayamos entonces.
Yolanda se levantó de la cama y su madre la abrazó. No dijo palabra, no hacía ninguna falta en aquellos momentos.

Bajaron. Allí estaba su padre con el semblante muy serio. Pero el  hombre no tenía ninguna intención de pelear.
-Ven aquí, hija. 

Yolanda se acercó y se fundieron en un hermoso abrazo. El padre la besó en el pelo.

-Papi, te quiero.

-Yo también a ti y más de lo que puedas imaginar.

Al rato se dispusieron a desayunar. Ninguno tenía demasiado apetito,  pero por aquello del saber estar desayunaron como si nada pasase.
Autora Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 50


La noche anterior en casa de Jeremy...

-¡Nos tenemos que marchar! -Dijo el padre de Carla a su amigo.

-¿Como que os tenéis que marchar? Creí que os quedaríais más días.

-No es posible. Mañana nos vamos, mi hermana nos reclama. No es por nada grave, pero ha surgido un problemilla que debo solventar.

Carla lanzó una mirada extraña a su padre. El hombre se hizo el despistado. Y a ella le entraron  ganas de gritarle aunque se contuvo. Su padre jamás la perdonaría si lo dejaba en ridículo ante su amigo y familia. Por él se quedaría más tiempo, pero por ella no debía hacerlo.

Jeremy había escuchado la conversación pero nada dijo. Por fin tendría paz y sin aquella chica tan loca.
Estaba deseando que se marcharan y pensaba que ojalá nunca hubiesen venido. Aunque a su padre le hubiese hecho tan feliz reencontrarse con su amigo de la mili (servicio militar)
Pensó en Yolanda. Y en cuanto se marchasen quedaría con ella.
Al fin podría estar con la chica a la que tanto amaba.

Al día siguiente se marcharon. Pero el único que de verdad lo lamentó fue el padre al no haberse enterado de nada de lo que había sucedido. Así lo decidieron madre e hijo. 
Autora Verónica O.M.
Continuará

lunes, 19 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 47

Preciosa imagen de internet
cuento escrito por mi (novela)




JEREMY Y YOLANDA 47

-Ya está. He llamado a mi madre y hemos quedado para vernos en breve.

Su mujer permanecía muy seria. 
-No pienso ir a verla, después de lo que pasó la última vez.

-Ya está bien de que seas tan rencorosa, sin duda ella no dijo aquello para molestarte.

-Me lo tomé de la única forma en que me lo podía tomar.

-Ella fue imprudente, lo se. Pero lo que si te digo es que no se deben guardar las cosas eternamente. Ya es hora de que se arreglen y si tienes que hacer un pequeño esfuerzo, lo haces. Ella es mi madre y la quiero. Me gustaría que también la quisieras tú.
-Su voz sonó tajante, esperaba que ella dejase su orgullo a un lado e hiciese lo correcto.

Los ojos de su mujer brillaban mucho, estaba a punto de echarse a llorar, no quería hacerlo delante de él, así que se dirigió al lavabo y una vez echado el pestillo descargó su rabia e impotencia. Sabía que iría, pero si por ella fuese...
Permaneció un rato largo sentada en la taza del wc, se levantó y lavó la cara. No quería que quedase en ella  ni rastro de lágrimas.
Autora Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 48   

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Cuento escrito por mi (novela)
                                                          
Yolanda no pegó ojo en toda la noche. Se levantó muy temprano. Se duchó y al mirarse en el espejo del cuarto de baño se asustó al verse tan demacrada.
No hizo la tentativa de maquillarse ¿para qué? no estaba para esas cosas.
Miró la hora. Era muy temprano. Su amiga María estaría durmiendo, cuando pasase un rato la llamaría por teléfono.

Sus padres todavía dormían.

La noche anterior en casa de Jeremy...

El padre de Carla algo se estaba imaginando. Vigilaría a su hija. Por nada del mundo quería quedar mal con su amigo y familia por culpa de ella.
Cenaron y ayudaron a recoger la mesa. Carla al pasar con los vasos en la mano con el codo rozó el brazo de Jeremy.

Del salto que pegó, su madre y el padre de ella se dieron perfecta cuenta. Mientras tanto el padre de Jeremy estaba preparando unas copas.


En aquel momento Lucas ya había tomado una decisión. Se marcharían antes de que su hija metiese la pata hasta el fondo. Antes de irse a la cama les daría la noticia.

Autora Verónica O.M.
Continuará                                            

domingo, 18 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 46

                               
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  JEREMY Y YOLANDA 46                                             
De pronto Yolanda dejó de llorar y sorprendió a sus padres con lo que dijo. 
-Quiero ir a vivir con la abuela.
-Lo dijo en tono alto,  no lo hizo premeditadamente pero podría parecer como si quisiera imponer su voluntad,  pero quien la conociese de verdad se daría cuenta de que no era así. Le había nacido sin pensar.

-¿A vivir con la abuela? Preguntó la madre.

-¡Si, quiero irme con ella!

Al padre le cambió de repente el color de la cara. Pero quedó en silencio, la procesión la llevaba por dentro.

-¿Y porqué si puede saberse? 
-Nuevamente preguntó la madre.

-Porque me quiere y seguro que ella me entiende. Además no quiero que me vean así algunos amigos, incluido Jeremy. No quiero nada con él.

Ahora el padre ya no pudo mantenerse callado y con gesto altivo espetó. -Eso ni te lo crees, Yolanda. Ahora mismo voy a hablar con él y con sus padres. Este no se va a ir de rositas.

-No irás porque yo no quiero, ni ya le quiero.
 -Y sin poderlo evitar, nuevamente se puso a llorar.

-Bueno, no nos exaltemos. Cuando estemos más calmados  buscaremos una solución. -Esta vez fue el padre quien sugirió.

Yolanda se levantó del sofá y marchó corriendo a su habitación. Se escuchó un gran portazo al cerrar la puerta.

-Déjala, mujer, que se vaya, seguro que mañana verá las cosas de otra forma. Además tú y yo tenemos que hablar.

-¿De qué?

-De mi madre. Hace mucho tiempo que no tenemos contacto,  tú eres cabezota y ella también, pero si partimos de la base que fuiste tú quien se enfadó  con ella...

-Pero con motivo.

-Con motivo o sin motivo, ya es hora de que hagáis las paces.  Además ahora mismo voy a llamarla por teléfono te guste o no.
-Y dicho y hecho, fue hacia el teléfono...
-Ring, ring, ring, ring. Sonó  unas cuantas veces.
Al otro lado del hilo telefónico habló una voz muy conocida. Y una punzadita sintió en el corazón.

-¿Quien es? -preguntó la mujer tímidamente.

-Soy yo, madre.

-Hijo, qué alegría me has dado, cuanto tiempo sin oír tu voz. Te hubiera llamado pero no  quería que tuvieras problemas con tu mujer.

-Madre, parecéis niñas, y ya sois bastante mayorcitas las dos.

-Y yo más por supuesto. Soy una pobre vieja que pronto va a estirar la pata.

-No digas tonterías. Te he llamado para hablarte de mi hija.

-¿Qué pasa con mi nieta? 
Preguntó alterada.

-No te asustes que ahora te cuento.

Estuvieron hablando como una media hora. Al despedirse quedaron en verse después de algunos años sin tener contacto.
En el fondo ambos estaban contentos, aquella situación  los iba a unir de nuevo.
Autora Verónica O.M.
Continuará

                   

sábado, 17 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 44 Y 45

Bonita imagen de internet

JEREMY Y YOLANDA 44
Los padres la vieron entrar en el salón y ambos la miraron a la vez. La notaron pálida y ojerosa, quizás porque no llevaba ningún tipo de maquillaje en su tez. Eso es lo que pensaron, aunque nada dijeron al respecto.

-Debo hablar con vosotros. 
-Su tono de voz era muy flojito, como si le costase hablar. Y así era, ya que dentro de su garganta se le había formado como un nudo que le impedía casi tragar la saliva.

Ambos se sentaron en el sofá, y ella lo hizo enfrente y en un cómodo sillón, aunque su espalda la mantuvo rígida en todo momento, no dejando que ella descansase relajada. Los nervios los tenía tensos, al igual que sus pies y manos que no paraba de mover o balancear.

La conocían demasiado, para no darse cuenta que algo grave ocurría. Pero no se anticiparon para preguntar, la dejaron que fuese ella la que dijera lo que fuese tuviera que contarles.

-Se que os voy a dar un disgusto, pero no lo puedo evitar. -Su voz sonó entrecortada, como si contuviese unas ganas locas de llorar. Pero no lo hizo.

-Estoy embarazada. Os pido no me juzguéis demasiado severamente. Ya lo hago yo misma.

La madre se levantó del sofá  y se sentó en un brazo del sillón al lado de su hija, y tomó la palabra.

-¿Estás segura, hija?

-Lo estoy.

El padre se mantuvo sentado en el sofá, aunque su cara se había tornado muy seria. No hizo ademán de levantarse, si hubiese querido hacerlo seguro que sus piernas no le hubiesen sostenido por el impacto recibido.
Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 45
   
El padre permaneció sentado,  pero era tanta la ansiedad que sentía por querer saber que se decidió a preguntar.
-¿Quién es el padre?

Yolanda, al escuchar la pregunta tan directa que le hacía su padre, sintió como una oleada de calor en su rostro a pesar de estar destemplada.
-Es Jeremy.

-¿Jeremy... el que pienso?

-Si, el mismo.

-Qué yo sepa,  no nos habías informado que salieras con él.

-Nos queremos desde  niños. -Afirmó, y lo hizo a punto de echarse a llorar.

La madre los observaba y escuchaba, hasta que volvió a hablar.
-No se acaba el mundo por eso, deberíamos pensar antes de tomar una decisión.

Yolanda la miró sorprendida.
-La decisión ya la tengo tomada, tendré a mi hijo.

-Eres una menor. -Dijo la madre, y lo hizo en un tono más fuerte del habitual.

-Digo como tu madre, Yolanda. Eres una cría todavía, no puedes hipotecar tu vida por un error.

-No lo es, no es un error.
Y allí ya se desmoronó su fortaleza y se echó a llorar desconsolada. Pero no lo hacía por su situación sino porque su amor al parecer ya no la quería.
Autora Verónica O.M.
Continuará                                    
                             

jueves, 15 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 42 Y 43

JEREMY Y YOLANDA 42

Nada más llegar a su casa, Yolanda llamó por teléfono a su amiga incondicional de siempre.
-María soy yo...

Aquella breve frase la puso en alerta. 

-A ti te pasa algo.

-Si, ya sabes...

-Arrancó a llorar despacito. Intentando que sus padres no la oyesen.
A continuación se tumbó en la cama y ahogó los últimos sollozos en la almohada. Eran alaridos de dolor, más que por la situación inevitable a la que debía enfrentarse, lo eran por la desilusión recibida momentos antes cuando su amor y aquella chica...
El mundo se había hundido a sus pies y ahora se sentía la más desgraciada.
-¿Qué voy a hacer?

-Decírselo a tus padres.


-Si eso ya lo sé, pero...


-¿Pero qué?


-Jeremy tiene a otra. Los he visto con mis propios ojos.


-¿Estás segura?


-Si. Lo estoy. -Y siguió llorando...

Verónica O.M.
Continuará 

JEREMY Y YOLANDA 43

-¿Si puedo ayudarte en algo?

-No. Nadie puede hacerlo, María. Esto debo solucionarlo yo sola.
-Su voz sonaba triste, muy triste...

María se sentía mal al ver a su amiga en aquellas condiciones tan lamentables. Yolanda tenía edad de divertirse y no estar pasando por aquellos momentos tan duros. Ella misma en alguna ocasión ya la había advertido que era peligroso lo que hacía con Jeremy, pero no la escuchó, dejándose llevar por aquel amor nacido en la niñez.

-María te voy a dejar. Voy a hablar ahora mismo con mis padres. Reza por mi,  ¿quieres?

-Lo haré, amiga. Qué te vaya bien dentro de lo que cabe. Si me necesitas llámame.

-Mañana te llamo. Hoy estoy muy triste. Después seguro lo estaré más. Te cuelgo.

-Cuídate, guapa. Te quiero, besos.

-Yo también te quiero, María. Besos y gracias. Muchas gracias. 
-Yolanda colgó el teléfono. Fue hacia el cuarto de aseo para lavarse la cara. Una vez hecho se dirigió hacia el salón en busca de sus padres. Caminaba muy despacio, como si quisiera retrasar  aquel momento inevitable.
Verónica O.M.
Continuará

martes, 13 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 40 Y 41

JEREMY Y YOLANDA 40

-¡No, por Dios! No puede ser. -Yolanda, gimió. El test del embarazo le había dado positivo. Pensó en llamar por teléfono a Jeremy, pero sería incapaz de articular palabra a través del hilo telefónico. Decidió hablar personalmente con él.
Se duchó, vistió y peinó, mirándose en el espejo y lo que vio al parecer no la convenció del todo. Su tez estaba blanca como la pared y necesitaba urgentemente algo de color en su rostro.
Se maquilló los ojos suavemente y de un tono rosado,  pasó un par de brochazos a sus pálidas mejillas y de un tono algo más oscuro.
Y salió a la calle, en busca del chico al que amaba para decirle lo que había ocurrido. No sabía como él lo podía tomar, pero por bien que lo hiciese, aquello sería una enorme contrariedad. ¡Eran tan jóvenes...
Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 41

Desde que la madre de Jeremy supo lo que Carla le hacía a su hijo, la mujer no sabía como debía actuar ante ella. No debía meter baza, ya que no sabía lo que podría ocurrir de hacerlo público. Se daba cuenta de que su hijo era muy atractivo, aunque no comprendía el descaro que Carla utilizaba, y más siendo una invitada en una casa para ella extraña.
Estuvo tentada de comentarle a su marido lo que estaba sucediendo, aunque siempre y a última hora rechazaba tal idea. Él parecía estar encantado con sus invitados y a ella no le quedaría más remedio que mirar para otra parte. Aunque sabía que aquello no lo podría cumplir del todo.

La chica no desaprovechaba ocasión y siempre estaba al acecho...


Jeremy no sabía ya que hacer. De buena gana se escondería en algún lugar hasta que se fuesen. Le caía bien el amigo de su padre, pero la hija lo ponía super nervioso todo el tiempo. Deseaba tenerla bien lejos y lo más rápidamente posible. Aunque aquello no iba a ser posible. Todavía quedaban muchos días, de esas vacaciones que habían venido a disfrutar.

Salió a la calle a respirar aire fresco, ya que se ahogaba en casa. La sola presencia de aquella joven  acosadora lo sacaba de quicio.

La voz de ella lo volvió a la realidad. -Siempre me estás rehuyendo, ¿Es que no te gusto?


Jeremy enrojeció de rabia  y sin darle tiempo a reaccionar ella le plantó un beso en los labios y rió a continuación.


Yolanda vio la escena y cegada por los celos vio lo que quiso ver. Si se hubiese quedado un momento más a observar, se hubiese dado cuenta que a Jeremy no le gustó en absoluto.

Se marchó de allí, llorando y corriendo. Se juró que jamás le haría conocedor de su embarazo. -¡No lo merece!

Jeremy ni cuenta se dio de su presencia, sus sentidos los tenía en tensión por culpa de aquella ingrata invitada.

Verónica O.M.
Continuará

lunes, 12 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 38 Y 39

-No tienes fiebre. -Dijo María. -Sin duda es otra cosa lo que a ti te pasa. ¿No estarás embarazada? 

Yolanda la miró con cara de espanto, aunque ella misma momentos antes ya había barajado aquello. -No quiero ni pensarlo. Soy muy joven y mis padres no sé como iban a reaccionar. Seguro será por la cena o los nervios por los que estoy pasando debido a tener mala conciencia.

-¿Mala conciencia? 

-Ya sabes, María... De hacer cosas que no debería.

-Eso ya te lo dije yo. Aunque tú ningún caso me hiciste. Mañana te traeré algo para que te hagas la prueba del embarazo. Se lo pediré a mi hermana Lourdes. Ya sabes que trabaja en una farmacia.

-¿Le vas a decir que es para mi?

-No necesariamente. Le diré que es para otra amiga que no conozca.

-Podrá pensar que pudiera ser para ti.

-No te preocupes por eso. Ella sabe a la perfección que no lo estoy. Ella y yo compartimos habitación. Las dos sabemos todo de cada una. Aunque ella sea mayor nos llevamos a la perfección.

-Te envidio María. Cómo me vendría de bien tener a una hermana a mi lado en estos momentos.

-Me tienes a mi, Yolanda. No soy tu hermana de sangre, pero qué importa eso.

-Gracias María. Ya sé que tengo mucha suerte al tenerte.
-Yolanda se abrazó a ella e inmediatamente se puso a llorar como una desvalida criatura.

-Ya verás como no será nada. Tranquilízate.
Autora Verónica O.M.
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 39

Yolanda se pasó gran parte del día mareada. 

Sus padres se levantaron tarde al haber trasnochado. Ni se dieron cuenta de la mala cara que tenía su hija.

La madre fue a preparar la comida mientras el padre hacía la cama. 

Ella se quedó en su habitación sentada encima de la cama y deseando que aquel mareo desapareciese, hasta que su madre la llamó para comer.

No quiso hacerlo y para que sus padres no sospecharan les dijo.
-Me preparé un bocadillo hace un rato, no me apetece nada más. Voy a leer un rato a mi habitación.

-Ve, hija. No te preocupes por nada. Hoy en casa poco se va a hacer, así que haz lo que te apetezca.

Al día siguiente y por la mañana llegó María con aquello. Se lo entregó en un descuido de la madre de su amiga. La mujer, como nada sabía nada pudo sospechar. 
Hablaron entre ellas haciéndolo en tono bajito.

-Toma, Yolanda. Mejor te haces la prueba mañana al levantarte.

Cogió la cajita y se la guardó dentro del bolsillo del pantalón corto que llevaba.
-Gracias, María. Espero no haberte causado ningún problema.

-Ninguno. No te preocupes. Mi hermana no sabe que es para ti. Ya te lo dije.
Verónica O.M.
Continuará

domingo, 11 de marzo de 2018

ADOLESCENCIA 36 Y 37

JEREMY Y YOLANDA 36

-¿Qué es lo que está sucediendo, Jeremy?

El chico al oír aquellas palabras no pudo evitar ponerse rojo. La madre lo miró con el rostro serio debido a su preocupación surgida desde hacía un rato.

-Es Carla. Me está acosando sin vergüenza alguna.

-Sé más claro. O yo soy tonta o no te entiendo demasiado.

-Estoy harto de ella. ¿No sé porqué ha tenido que venir de vacaciones a casa? 

-Qué estés harto no me dice absolutamente nada.

El chico empezaba a ponerse nervioso, a su madre al parecer debería decirle las cosas de pe a pa.

-Antes de bajar a desayunar, me acosó arriba, me besó sin yo quererlo metiéndome hasta la lengua. Después me invitó a ir con ella a la ducha. Y bajé deprisa. Eso es lo que ha ocurrido ahora mismo. 

-¿Te das cuenta de la gravedad de esto, Jeremy?

-Si. Pero yo no tengo la culpa de nada. Esta chica es una salida de campeonato.

-Te voy a preguntar algo más. -La mujer tragó saliva antes de proseguir. -¿Como es que no te gusta la chica?

-No me gusta este tipo de chicas, las prefiero como...
Al decirlo, de golpe quedó en silencio. 

-¿Como quien, Jeremy? ¿Cómo la chiquilla con la que te vi hablando el otro día?

-Si. Somos novios y nos queremos.

-¿Desde cuando si puedo saberlo?

-Desde niños.

Se escucharon unos golpecitos en la puerta. 
-Habéis terminado?- Era el marido. Estaba impaciente debido a la tardanza de ambos.

-Salimos enseguida. -Dijo la mujer. Levantando la voz más de lo debido. -Después hablamos. Ve tú, hijo. Cuando me serene iré también.
Verónica O.M. 
Continuará

JEREMY Y YOLANDA 37
Bonita imagen de internet
cuento escrito por mi (novela)
                                           
Al poco rato, Eva salió de la cocina. Su marido ya estaba algo nervioso, pensaban haber salido más temprano a dar una vuelta por el pueblo.


Se arreglaron con ropas cómodas y frescas, ya que hacía un calor asfixiante. Y marcharon a pasar el día lo mejor posible.

Yolanda aquella mañana no se encontraba bien. Se había levantado con nauseas.
En lo primero que pensó fue que la cena le había sentado mal. Sin querer también barajó otro pensamiento. -¿Estaré embarazada? No quiero ni pensarlo. 
A medida que pasó la mañana se iba encontrando peor. Y llamó a su amiga María. La cual se asustó al percibir a través del hilo telefónico su voz un tanto tristona. -Ahora mismo voy.

Sus padres, todavía no se habían levantado de la cama al haberse acostado tardísimo, y no lo harían antes de las dos. 
 La noche anterior habían estado cenando con unos viejos amigos que celebraban sus bodas de plata. Y de allí marcharon al bingo a jugar unos cartoncitos. Que todo hay que decirlo no ganaron absolutamente nada.

Mientras tanto Yolanda había cenado sola. No había tenido ganas de prepararse gran cosa. Lo que llevó a su boca fue un bocadillo con queso.

A los pocos minutos María ya estaba con ella. -¿A ti qué te pasa?

-No me encuentro demasiado bien.

-¿Te has tomado la temperatura?

-No.

-Trae el termómetro que la tomaremos.

Abrió el último cajón de su mesilla de noche y lo sacó.

Al momento ya lo tenía debajo del brazo ayudada por su amiga.
Autora Verónica O.M.
Continuará