La madre, no sabía si había escuchado bien, así que antes de darle una reprimenda quiso asegurarse de... ¿Te has peleado? o ¿has jugado?
-Las dos cosas, mami. Aunque primero jugué y después me peleé.
-¿Y porqué lo hiciste?
-¿Jugar? o ¿pelearme?
-Las dos cosas, hijo. -la madre ya empezaba a impacientarse. Ya llevaba largo rato queriendo saber y nada...
-Jugué con Pepito, ese niño narigudo, con gafotas, con orejas de soplillo, con granos y...
La madre ya había perdido la paciencia del todo. ¿Tiene algo más el tal Pepito? -preguntó a punto de darle algo...
-Claro que si. Tiene mucha pasta. Bueno, no él si no sus padres.
-¿Pasta? ¿Macarrones o algo así?
-Mami, dinero. Estás anticuada.
A la mujer le daban ganas de meterle un par de hostias bien dadas, Se contuvo a duras penas. Aunque sabía que nunca sería capaz...
-Y a ti ¿eso te molesta?
-Si. Él es muy feo, yo soy más guapo -dijo con ese tonillo envidioso.
La mujer mentalmente se dijo que debería llevarlo a un psicólogo, pero en ese preciso momento lo único que le interesaba era saber el porqué de la pelea.
-¿Porqué te has peleado? -preguntó con un tono bien alto.
-Mami ¿no lo pillas?
-No. Dímelo tú.
-Ya te lo lo he dicho antes.
-Me estás volviendo loca. ¡dímelo ya!
-Pues le dije: narigudo, gafotas, orejas de soplillo, granoso y feo. Se echó a reír en mis narices y me dijo sacándome burla que tenía mucha pasta.
-No debiste insultarle.
-No lo hice. Le dije la verdad.
Autora Verónica O.M.
Autora Verónica O.M.