De piedra,
debería tener
el corazón,
pero, no...
no lo tengo,
ni lo tendré jamás.
Qué cómo sé eso?
porque soy
toda corazón.
Verónica O.M.
—Dijo un ser extraño, para nuestros ojos.
Demasiado alto, demasiado delgado y, demasiado guapo. No, no era el prototipo que imaginamos por culpa de series y películas.
La nave estaba suspendida en el aire y, sin intención de aterrizar.
Nadie escuchó lo que dijo, pero, lo intuyeron y, como hipnotizados fueron muchos los que hasta allí se dirigieron.
Sonrieron al comprobar que podían marcharse si así lo deseaban.
Sin equipajes, tan solo con lo puesto y, a sabiendas de que nada les iba a faltar. Así lo entendieron todos y, sin necesidad de esa explicación.
Se posicionaron uno tras otro debajo de aquella especie de aspirador gigante y, en menos de un minuto ya estaban en el interior de la nave.
Aquel ser y, otros tres... les llevarían a un lugar fuera de nuestra galaxia, para enseñarles todas las maravillas del universo y, lo que jamás hubiesen ni imaginado.
Y mientras aquella nave estaba en ese lugar, muchas otras estaban esparcidas por el mundo y, para lo mismo.
No todos intuyeron...
Tan solo, los elegidos.
—Nos vamos.
Y los otros tres, empezaron a pasar sus dedos por unos botones y, sin llegar ni a rozarlos.
En décimas de segundo, ya habían despegado, sin ningún ruido y, sin ningún vaivén, oscilación o, movimiento.
Verónica O.M.
