-¡Qué no me rebajo! -gritó María Del Mar. Hablaba con su amiga Rosa y a través del hilo telefónico.
Ella era partidaria de que hiciese lo conveniente para deshacer aquel mal entendido creado entre su pareja y ella.
Pero María Del Mar era de otra opinión...
La abuela al escucharla con aquel timbre de voz tan alto se despertó de su modorra producida después de comer y sentada en el cómodo sofá. Y cuándo su nieta colgó el teléfono preguntó seriamente.
-¿Qué no llevas refajo? Ni se te ocurra llevarlo. ¡Eso es prehistórico!. Yo nunca lo llevé, aunque mi santa madre, si.
-Abuela, necesitas un aparato para la sordera.
-¿Qué estoy gorda? ¡Si ahora estoy más delgada que nunca!
-Lo dicho. Necesitas urgentemente un aparatejo de esos para escuchar bien.
-¿Qué dices de un cangrejo?
-La nieta sonrió. Aquello sería el cuento de nunca acabar.
Cuándo se dio cuenta el cabreo se le había esfumado. Y ya no le parecía tan mal hacer lo propio para un acercamiento.
Autora Verónica O.M.