Siempre llevó en su corazón el lugar de nacimiento...
Después de pensarlo mucho optó por visitarlo. Sabía que ya nada sería igual, pero nunca imaginó qué doliera tanto ver sus calles sin un alma arrastrando los pies. Ni el sonido de una voz conocida qué le diese los buenos días y le preguntase qué de quien era familia.
Recorrió el pequeño lugar y tuvo la certeza de estar solo. Al parecer ni un viejo quedaba y los ojos se le llenaron de lágrimas.
Nunca imaginó qué doliera tanto visitar el lugar dónde nació él y su familia.
Su mujer ya le había advertido pero él ni la escuchó. Había cerrado la puerta de un portazo y su última palabra había sido: Me voy y no sé cuándo volveré.
Autora Verónica O.M.
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