Tanto escuchar aquello de la España vaciada...
Investigó dónde podía marchar y que nadie lo encontrase.
No necesitaba de nadie, es más... viviría tranquilo si jamás viera a ningún ser humano.
No tenía nada en contra de los pajarillos o de cualquier animal, muy al contrario.
Necesitaba de muy poco... esperaba encontrar un techo y unas paredes para poderse cobijar de la noche, lluvia o del sol abrasador.
Comer... ya se buscaria la vida. Si en tiempos pasados allí vivieron algunas personas, él por eso no se iba a achicar.
Y se marchó y encontró lo que buscaba. Aunque debería adecentar y mejorar muchas cosas.
Una lágrima recorrió su mejilla.
—Seré feliz, aquí. Gracias, Dios.
Verónica O.M.