Sansón el perro, siguió a su dueña hasta la pequeña habitación, dónde la mujer tenía un pequeño altar.
En él, y muy acomodado había un pequeño demonio que olía a rancio y estaba vivo.
-¿Qué te trae a mis aposentos, para que a estas horas vengas a molestarme?
-Te molesto por algo muy serio, me tienes que ayudar.
-Explícate, y así menos tardaremos.
-Será solo un momento, te explico.
La mujer le contó lo que había sucedido, a medida que iba hablando el demonio se iba poniendo más serio.
-Eso no puedes permitirlo, esos hombres deben pagar por lo que han hecho.
-Eso ya lo sé, lo que no...es como hacerlo.
-Cuando sean las doce de la noche, harás un pequeño ritual que yo te enseñaré. Así, que puedes irte hasta entonces. Mientras tanto, echaré una cabezadita para estar fresco como una lechuga, y poderte ser de ayuda.
La mujer, salió de la habitación seguida de Sansón.
-Anda ve a comer.
El perro echó a andar, y se quedó quieto delante del cacharro con pienso.
Miró hacia ambos lados, y al saberse solo empezó a comer con cara de pocos amigos.
Si en esos momentos, alguien hubiese intentado quitarle la comida, no le hubiese dado tiempo a arrepentirse.
Y pasó el rato, y estaban a punto de dar las doce.
Por el pasillo, ya se escuchaban las pisadas de ellos.
Verónica O.M.
Continuará
Se van a enterar,le has dado buen suspense, besos!
ResponderEliminarViene de terror la cosa. Veremos como sigue. Buena semana Vero
ResponderEliminarPara Silvo
ResponderEliminarSeguro que lo harán Silvo. Corté en lo mejor, pido disculpas jaja.
Besos, feliz noche
Para Beatriz
ResponderEliminarSupongo, que algo de terror habrá, aunque nunca se sabe ya que es una historia que voy escribiendo poco a poco.
Besitos