Era hija de papá, una consentida sin demasiado sentido y que hacía siempre su santa voluntad.
Hasta que un día conoció a uno de su igual, al poco quedó relegada en el escalafón más bajo y tuvo que satisfacer la voluntad del otro.Al padre se lo llevaban los demonios...
Verónica O.M.
No me extraña que el padre se enfadara viendo a su ojito derecho en manos de las decisiones de otra persona, besos!
ResponderEliminarPara silvo
EliminarNo, no nos extraña para nada.
Qué ella mangonee a su padre tiene un pase, pero que el último que llega se lo haga a su niña no tiene perdón.
Besos
Pues que la hubiese educado de otra manera... digo yo...
ResponderEliminarBss
No me extraña que al padre se le llevaran los demonios...
ResponderEliminarMuchos besos.
jajaja, no me extraña¡¡
ResponderEliminarUn abrazo para ti, bello relato.
Feliz semana.
Y se suelen dar casos de estos. Ahora que no está nada mal, que de vez en cuando les bajen los humos a la gente.
ResponderEliminarBesos verónica.
Vamos que encontró la horma de sus zapatos. Sueñe suceder... cuando ocurre el asombro está garantizados.
ResponderEliminarBesos :)
Buen escrito que hace reflexionar sobre estos casos. Son más frecuentes de lo que imaginamos. Yo siempre dije que la educación y el saber estar de una persona se "mama en casa". Un abrazo Verónica.
ResponderEliminarPues si Vero, falta le hacía darse cuenta que en la vida pueden cambiar las cosas de un día para otro, lástima que a ella ese aprendizaje no le ha servido, pero no me extraña que a su padre se lo lleven los demonios. Un beso amiga, me alegro de volver a leerte.
ResponderEliminarSaber educar y formar a los hijos, para luego no tengan sinsabores. Un abrazo. Carlos
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