La niña lloraba.
Su madre se sentía incapaz de calmarla. Cada vez que lo intentaba era mayor el escándalo que originaba.
Y se dió por vencida. Y entonces la que lloró fué ella. Pero lo hizo en silencio.
Pero la niña ya se había percatado de sus lágrimas.
—No llores, mami. Me portaré bien.
Quizá... la madre no debió insistir.
Y seguramente su llanto hubiera durado mucho menos.
Ah, que no lo he dicho.
Lloraba porque no quería recoger los juguetes y que estaban esparcidos por el suelo.
Mientras se lavaba el rostro.
La niña los recogió.
Cuándo volvió nada dijo.
Y aquella pequeña caprichosa, se quedó esperando un halago que no llegó.
FIN
Verónica O.M.
Educar a un hijo es tarea compleja.
ResponderEliminarFue bueno no festejarle a la niña que haya cumplido con su deber de recoger sus cosas.
Fue negativo que viera a su madre llorar, porque de esa manera la niña aprende que llorando puede conseguir de las demás personas lo que quiere. Y puede hacerse manipuladora.
Firmeza y emociones aparte.
Aquí tu amiga, haciendo análisis psicológico. Jajaja
Besitos Vero.
Te lo comentado varias veces, Sara, siempre he pensado que eres muy buena analizando.
EliminarTe veo de psicóloga.
:-)
Besos, buen fin de semana 🌹🐾
El manejo de los niños es una aprendizaje. Un abrazo.Carlos
ResponderEliminarSi, un gran aprendizaje.
EliminarUn abrazo.