Paul esperó unos momentos y lo hizo en silencio.
Al rato y viendo a su padre ya recuperado, le habló.
-Te vienes conmigo. No tiene razón de ser que vivas solo.
-Te vienes conmigo. No tiene razón de ser que vivas solo.
El hombre trató de sonreír, pero tan solo consiguió esbozar una simple mueca.
-No hijo, no me moveré de aquí, pero te lo agradezco infinito. Moriré entre estas paredes que me han dado cobijo tantos años.
-No hijo, no me moveré de aquí, pero te lo agradezco infinito. Moriré entre estas paredes que me han dado cobijo tantos años.
-Y soledad, no lo olvides.
-Nunca lo podré hacer, ya que han sido años muy duros. Creí que no los podría resistir pero estaba equivocado. Los seres humanos somos más fuertes de lo que pensamos en un principio, con los años nos vamos dando cuenta.
-Y hablando de otra cosa, quisiera comentarte algo. No me vayas a tachar de loco, pero últimamente me pasan cosas extrañas.
-¿Cómo de extrañas?
Preguntó el padre.
Preguntó el padre.
-Percibo cosas, una de ellas es cómo si un niño estuviese a mi lado.
-¡Es el alma de Luisito!
El hombre lo dijo sin titubear.
El hombre lo dijo sin titubear.
-También yo lo pienso. Lo que no entiendo es porqué si yo no lo conocí.
-Te llevó hasta mi. ¡Seguro que por eso!
Autora Verónica O.M.
Continuará
¡Sí! Muy bien por el alma de ese niño.
ResponderEliminarBesos.
Tú ya lo sabías, Sara, estoy convencida.
EliminarBesos 🌸
Hola Verónica.. Vivimos un universo de sensaciones, de recuerdos y es bueno sincerarse el uno con el otro, que sigan asi..
ResponderEliminarUn abrazo..
Tienes la razón en todo.
EliminarTodavía habrá más sorpresas...
Un abrazo
La presencia del niño...
ResponderEliminarBesos
Ni más ni menos que eso...
EliminarBesos 🌸