-Es tarde, Paul. ¿No vas a abrir la tienda?
Miró el reloj comprobando que era muy tarde.
-Si, debo abrir. ¿Nos vamos?
-Claro, cuándo quieras. Yo debo irme también, he de visitar a Lola, la tengo que acompañar al médico para ver como va su pierna.
-Le das recuerdos de mi parte y le dices que la visitaré pronto.
Salieron a la puerta y allí se despidieron. Lo hicieron con un beso que apenas rozó sus labios pero que les provocó una sacudida de felicidad.
- Mañana podriamos comer de nuevo juntos ¿puedes?
-Puedo. Mañana nos encontraremos en el mismo sitio.
-Bien, pues hasta mañana. Te esperaré en la puerta y si llegas antes de que cierre entra en ella y me esperas.
-Pues hasta mañana.
-Hasta mañana, Celeste.
La joven llevaba el semblante relajado y feliz.
Y Paul tanto de lo mismo. Estaba seguro que aquella mujer estaba hecha para él, y deseaba con todas sus fuerzas que ella opinara de él lo mismo.
Y Paul tanto de lo mismo. Estaba seguro que aquella mujer estaba hecha para él, y deseaba con todas sus fuerzas que ella opinara de él lo mismo.
Autora Verónica O.M.
Continuará
SECRETOS ENTERRADOS CAPÍTULO Nº 50 novela
De camino para la tienda, Paul se encontró con su amigo Juan, que había abierto la puerta de la barbería-peluquería para despedir a un cliente.
SECRETOS ENTERRADOS CAPÍTULO Nº 50 novela
De camino para la tienda, Paul se encontró con su amigo Juan, que había abierto la puerta de la barbería-peluquería para despedir a un cliente.
-Hoy abres un poco tarde.
-Se me ha ido el santo al cielo.
-No me lo creo. Seguro que es por una chica.
-Lo es, Juan, ya te contaré. Mis clientas hoy me matan.
-Hasta luego entonces, no queremos derramamiento de sangre.
Dijo con guasa.
Dijo con guasa.
-Adiós, Juan.
El amigo se quedó un rato ensimismado mirándolo, y una chica estaba bien... a su amigo falta le hacía, ya que había estado solo demasiado tiempo. Se alegraba por él.
Entró para adentro, y empezó a cortar el pelo a otro de sus clientes, un chavalín de unos quince años y que no paraba de mirar su reloj.
-Buenas tardes.
Dijo a una clienta, que hacía rato esperaba en la puerta.
-Hoy te has dormido, Paul, suerte que no tengo prisa que sino…
El sonrió y nada dijo, levantó la persiana y encendió la luz. La mujer también entró y cogió una cesta de plástico. Empezó a pasear por los pasillos mirando el género, y cogiendo lo que necesitaba.
-Mientras, pónme un cuarto de jamón ibérico, hay que ver lo bueno que está el condenado. A mi marido no le des otra cosa, es muy fino, y no quiere ni chorizo, ni salchichón.
-Es que tu marido, sabe lo que es bueno.
-Ya te he dicho que es muy fino.
Y después de aquella clienta, vinieron muchas más y así estuvo hasta la hora de cerrar.
Autora Verónica O.M.
Continuará
Continuará
Seguro que hasta rápido le pareció que se le pasó la tarde.
ResponderEliminarBesos. 🌸
Si, Sara, se le pasó tan rápido que hasta llegó tarde al trabajo. Por suerte el negocio es suyo.
EliminarBesos 🌹
Hola Vero, he retrocedido unos capítulos para ponerme al día de tu relato que lo encuentro muy interesante. Gracias por compartir.
ResponderEliminarBesos de Espíritu sin Nombre.
Gracias, Conchi, me alegra te guste.
EliminarBesos 🌹🍀
Cuando hay afinidad entre dos persona, la felicidad se refleja en la cara.
ResponderEliminarVero, feliz Domingo!
Besitos.
Cristina, qué gran verdad.
EliminarBesitos, feliz domingo 🌹🍀
Se aprecia felicidad . Muy bonito e interesante.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Amalia.
EliminarFeliz día.
Besos 🌹🌿
Bueno, ya hubo beso, y profusión de clientes. SE nota una felicidad recíproca entre Paul y Celeste. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarSi, de todo eso hubo.
EliminarParecen hechos el uno para el otro.
Un abrazo