Paul, paró el despertador y dispuesto a levantarse para ducharse. Se sentía muy bien aquella mañana y aunque la noche anterior estaba preocupado por aquel llanto, pasó a un segundo plano al acordarse de haber percibido aunque fuese en sueños una caricia.
Eso era lo que creía, pero...
Se dirigió hacia el cuarto de baño, dónde se quitó el pijama y se metió en la ducha. El ambiente era algo fresco ya que no puso la calefacción.
Se duchó deprisa y vistió, dirigiéndose hacia la cocina, dónde en un pequeño microondas se calentó un vaso de leche al que echó una cucharadita de café soluble y dos terrones de azúcar. Sacó del armario una caja de galletas cogió tres y las devoró, después se tomó la leche...
Se duchó deprisa y vistió, dirigiéndose hacia la cocina, dónde en un pequeño microondas se calentó un vaso de leche al que echó una cucharadita de café soluble y dos terrones de azúcar. Sacó del armario una caja de galletas cogió tres y las devoró, después se tomó la leche...
Ya estaba dispuesto a enfrentarse con una larga mañana de trabajo. Lo tenía a tres calles de allí y el trayecto lo hizo a pie.
La tienda de comestibles le funcionaba bien, ya que cerca de ella no había ninguna otra que le hiciese la competencia.
La mañana la tuvo movida, ya que se acercaba el fin de semana y era cuándo hacía más ventas.
Verónica O.M.
Continuará
SECRETOS ENTERRADOS CAPÍTULO N° 4 novela
Cerró la persiana metálica, no sin antes, dejar la tienda barrida y en orden, para al abrir a la tarde tenerla a disposición de su clientela.
Paró en la barbería de Juan, un amigo de la infancia, que por un precio módico lo afeitaba y aprovechaban mientras tanto para parlotear un poco.
-Pasa, Paul, siéntate que voy a cerrar la puerta, no vaya a ser que se me cuele alguno más, que si no hoy no como.
Dicho y hecho.
-¿Qué te cuentas?
-Pues, ya ves. Un poco cansado de tanto ajetreo. Tengo ganas de llegar a casa, comer y echarme un rato a descansar. Me espera una tarde ajetreada.
-Eso es buena señal, no te quejes tanto, que tener trabajo es lo que interesa que si no...
-Tienes razón, últimamente no estoy en mis cabales.
-¿Qué te pasa, hombre?
-¿No te vas a reír si te lo cuento?
-Pues claro que no, qué cosas tienes.
-Ya sabes que estoy en casa de mi madre, no sé si es porque hace poco que murió pero allí estoy intranquilo, será mi imaginación pero escucho el llanto de un bebé.
-Serán figuraciones tuyas, en la casa más próxima que yo sepa no hay ningún bebé, pero si dos viejos carcamales. No me seas criatura que ya peinas canas, ja ja.
-Tú, ríete, pero es cierto.
Cuándo ya estaba afeitado pagó el servicio y se despidió de Juan que ya se disponía para ir a su casa a comer y descansar un rato ya que a las cuatro treinta de la tarde volvía a abrir la barbería- peluquería.
Y Paul se dirigió a casa de su madre y pensó que la echaba muchísimo de menos.
Verónica O.M.
Continuará
Claro, Juan y a quien más que le cuente, se van a reír y le dirán que está inventando cosas.
ResponderEliminarBesos 🌼
Es cierto, Sara, cualquiera lo haría. Somos muy incrédulos ante cosas que no llegamos a comprender.
EliminarBesos 🌹
Hola Verónica , yo creo que aparte de que no lo creerán lo tomaran por loco , todo es cuestión de ver como avanza la historia ,besos de Flor.
ResponderEliminarY de verdad que ocurriría eso.
EliminarSólo a los amigos...
Besos 🌹
A veces ocurren cosas pero cuesta creer que son ciertas...
ResponderEliminarBesos
Tienes toda la razón. Amalia, cuesta de creer, pero...
EliminarBesos 🌷